La naranjada confitada con
chocolate o naranjines, nombre con el que conozco esta receta, es para mí una
de las mayores delicatesen que existen en este mundo. Será por los recuerdos de
mi infancia y por su sabor que no puedo pasar unas navidades sin probar este dulce.
Siempre recordaré a mi abuela paterna,
Pepita, que bien coqueta ella de los pies a la cabeza iba a comprar los naranjines para
estas fechas. Celebrábamos la primera parte de las fiestas en su casa, mi
familia, mi tía abuela, mis tíos y primos. Siempre recordaré esos momentos con
gran cariño, como revoloteaba con mi vestido para la ocasión por el salón y la
cocina, mientras mi madre, mis tías y ella colocaban los aperitivos, primeros,
segundos y postres… tanta cantidad era, que teníamos que ir varios días a comer.
Allí probé por primera vez los “callos a la madrileña”, que por entonces no me
gustaban pero en mi interior sabía que era cuestión de tiempo. También tomamos gracias mi tía abuela Isa y sus grandes viajes por el mundo el auténtico caviar con
vodka, bueno, yo era pequeña y sólo probé lo primero. Angulas y Quiche Lorreaine, eran otros de lo
manjares a tomar en el menú. Ahora que redacto estas palabras, descubro una
faceta muy gourmet de la familia. Sabíamos y sabemos disfrutar.
Y cuando ya nos habíamos comido
todo eso más sándwiches vegetales, croquetas y huevos con bechamel que tan
cuidadosa y exquisitamente preparado mi abuela, gran cocinera, llegaban los dulces. Naranjines,
leña, uñas, cortados, marrón glasé, fruta escarchada, turrones… era imposible
probar todo.
De entre tanta variedad yo
siempre buscaba con ojillos avizores los narajines, comprados en una confitería
famosa de Madrid, Casa Mira, en esa caja de cartón blanca… me emociono tanto al
recordar esos momentos… y ahora por fin, después de casi cinco años de repostería, los he
preparado para estas fiestas.
Tengo que reconocer que era una
receta que me enfundaba respeto, sentía a mi abuela detrás de mí bien atenta,
hasta ahora no encontré las fuerzas para prepararlos. Pero la espera ha
merecido la pena, en el puente de diciembre y con ayuda de mi madre, preparé
primero la naranja confitada y después el baño en chocolate. Es verdad que es
una receta laboriosa y delicada, pero el resultado es impresionante. Una vez
acabados los probé, no pude evitar acordarme de mi abuela y de mi padre, de
cómo hubieran disfrutado de tal bocado, y tengo que decir que son los más exquisitos que he toamado.
Junto con el roscón de reyes, los
naranjines son mi dulce favorito, con gran cariño y emoción aquí os dejo la
receta para estas Navidades.
Naranjines o naranja confitada
con chocolate
Ingredientes
- 3 o 4 naranjas grandes
- 400 gr. de azúcar blanca
- 200 ml. de agua
- 2 tabletas y ½ de chocolate negro (de buena calidad)
Elaboración
Primer día: confitar las
naranjas.
Pelamos las naranjas cortando la
base y la parte de arriba, con el resto de corteza hacemos unos cortes como si
fueran gajos y con cuidado de no romperla, pelamos las naranjas. Con un
cuchillo se cortan gajitos más o menos de 1 centímetro.
Ponemos en una cacerola grande a
hervir el agua con el azúcar, en cuanto empiece a cocer colocamos todos los
naranjines dentro del recipiente y bajamos el fuego. Esto es muy importante,
debe cocerse durante 1 hora más o menos a fuego bajo. Yo tuve que repetir este
paso porque la primera vez caramelicé en exceso a la naranja. Me salieron unos
caramelos rompedientes de naranjas increíbles, pero no me sirvieron para la
receta. Si la vitro tiene 12 posiciones lo había cocido en la posición 5. Esta
segunda vez los cocí estando al 2-3 y entonces si me salieron. De vez en cuando
mover un poco la cacerola para que todos los naranjines se bañen con el
almíbar.
Pasada la hora se colocan uno a
uno, sobre una rejilla para que se sequen, yo recomiendo poner debajo papel de
horno para que recoja el almíbar sobrante y luego no sea un engorro fregarlo.
Yo dejé casi dos días entre estos
dos pasos, los guardé en la nevera hermeticamente cerrados para que se conservaran bien.
Calentar al baño María 1 tableta
de chocolate y bañar uno a uno los naranjines, volverlos a dejar sobre la
rejilla para que “escurran” el excedente de chocolate y dejarlos enfriar en la
nevera, al menos 10 horas, para que el chocolate se endurezca más.
Ahora habrá que repetir esta
operación del baño de chocolate, en mi opinión una sola capa sería poco y no
conseguiríamos equilibrar estos dos sabores tan protagonistas. En este segundo
baño, derretir la otra tableta y media y en vez de enfriarlos sobre una
rejilla, esta vez sobre una bandeja con papel vegetal para que formen una base
con el chocolate que escurra. Cuando llevan una hora enfriándose, podemos
hacerles las rayitas decorativas. Con el chocolate que haya sobrado y la ayuda
de una cuchara hacemos pasadas rápidas sobre ellos para conseguir el efecto de los hilos finos.
Yo recomiendo dejarlos en la
nevera enfriar y luego conservarlos en un lugar bien fresco, tapaditos para que no se endurezcan.
Espero que los disfrutéis tanto
como yo. Gracias abuela por enseñarme tan rico dulce y por todo lo demás.
Tengo que decirte prima q al igual q tu recuerdo con ilusion los naranjines y q siguiendo con la tradicion familiar este año q celebro la primera nochebuena en mi casa con mis padres tendremos naranjines para compartirlos con mi hijo. Intentare no olvidarme y mandarte una foto aunque seguro q no estaran tan buenos como los tuyos. Besos. Yolanda
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