Hace unos
meses publiqué esta misma receta sin el toque de chocolate, pero como no paro
de encontrármelo en las redes sociales con este ingrediente tan goloso… he
caído en la tentación y este fin de semana la preparé… si normal está buena no
os digo cómo está con chocolate. Suave de sabor, muy aromática y bonita por sus
capas ¿Qué más se puede pedir?
Receta que
me sigue alucinando por su resultado, muy fácil de hacer y todo el mundo se
queda sorprendido cuando descubren el procedimiento. Os invito a prepararla de
una u otra forma.
Ingredientes
- 500 ml. de leche tibia
- 4 huevos a temperatura ambiente
- 125 grs. de mantequilla
- 100 grs. de azúcar blanca
- 6 grs. de azúcar vainillada
- 70 grs. de harina
- 45 grs. cacao polvo
- 1 pizca de sal
Elaboración
En un bol
separamos las claras de las yemas y las primeras se montan a punto de nieve con
una pizca de sal, se reservan. En otro recipiente grande, que la masa
triplicará su volumen, se vierte las yemas, el azúcar y la vainilla. Con las
varillas eléctricas se baten hasta conseguir una textura cremosa y doradita,
añadimos la leche tibia y la mantequilla derretida, seguimos batiendo y ahora
tenemos que conseguir que aumente su tamaño casi el triple del original.
Cuando la
masa está bien batida se le añade la harina con el cacao en polvo y se integra
en su totalidad. Ahora ya sólo falta echar la clara de huevo montada, con una
varilla manual y movimientos envolventes lo repartimos por toda la mezcla, se
me olvidó hacerle una foto pero es importante que no se integre del todo, es
una masa muy líquida y debe quedar grumosa.
En un molde
engrasado con mantequilla se vierte y se lleva al horno, previamente
precalentado a 160ºC unos 45-50 minutos sólo abajo, el ya sólo se dora con el
calor del horno. Para comprobar que está cuajado debéis introducir una punta
del cuchillo y ésta salir limpia.
Se deja
enfriar y luego se lleva a la nevera hasta servir, con nata montada queda muy
bien acompañada.
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