Por si alguien tiene duda que
la magia existe… el primer apartamento en el que estuvimos durante nuestra
estancia en Reykjavik estaba en frente de… la primera y más antigua panadería
(bollería) de la capital islandesa. Impresionante no?
Pues fui yo quien elegí el
alojamiento y no tenía ni idea. Sólo sé que era una delicia y un placer cada
mañana cruzar la calle, hasta en zapatillas y entrar en esa panadería llena de
dulces y panes, no sabías por dónde empezar.
Visitando su web que os dejo un
enlace más abajo, ves fotos e historias de las generaciones que han llevado el
negocio, traduciendo del inglés he podido sacar un resumen de la historia, que
espero no tenga ningún error:
Galleta original de la pastelería |
“Es la historia de un emigrante
alemán Daniel Tönnies Bernhoft que con su mujer e hijo se fueron al Islandia y
crearon una panadería que abastecía de pan de centeno, de maíz y pan de campo entre
otros a las familias de la ciudad y que el 25 de septiembre de 1834 (la semana que viene será su 140 aniversario, felicidades amigos!!!) horneó el
primero de muchos. Poco a poco y por encargo introdujo los bizcochos, pasteles
de miel y secos entre otros. Fue en 1840
cuando empezó con la producción de bollería más en serio.
Tras unos años de alquilados,
compraron el local y pasó a llevar el nombre familiar, las generaciones fueron
sucediéndose en el negocio. En 1923 el edificio donde estaban cerró y no fue
hasta 1931 que se trasladaron a Bergstaðastræti, calle donde permanecen hasta
ahora y donde yo los he conocido”.
Fueron unos cuantos panes y
bollos los que compramos y degustamos, había mucho donde elegir y desde el
primer día estas galletas me llamaron la atención, la verdad es que el paquete
lo compré el último día de vacaciones y fui sólo a la tienda a por ellas, si
las hubiera probado antes… algún paquete más me habría traído. De hecho no las comí hasta llegar a Madrid, y
cuál fue mi sorpresa del sabor tan especial que tenían.
En un primer momento me arrepentí
de no haberlas probado antes y haberles preguntado por los ingredientes, luego
pensé en escribirles un email y explicarles cómo nos habían cautivado sus
galletas y haberles pedido los ingredientes, pero finalmente opté por la
tercera opción: saborear una galleta e intentar extraer los ingredientes por el gusto.
Así en casa nos pusimos manos a la obra y cada uno fue describiendo su sabor y
relacionándolo con algún dulce conocido: “recuerda a las tejas de almendra”,
“no, a las chiquilín antiguas”, “lleva coco”, “si, pero vainilla no”… así poco
a poco cree una lista de ingredientes y basándome en la receta de las tejas de
almendra tradicionales, varié ingredientes y cantidades hasta conseguir la
receta de hoy.
CASI IDENTICA!!!! Cuando la
probamos el domingo y degustábamos una galleta de las de allí, que había guardado, sabían igual!!! Sólo le faltaba un poco más de avena a la mía, de hecho
en la receta que aquí pongo he añadido 10 gramos más de avena que he eliminado harina de trigo.
No se por qué estaba más
contenta, si por haber encontrado el sabor o por haber sido capaz de extraer la
receta por el gusto. Lo único que sé es
que están riquísimas y que pronto haré más, porque su sabor es único.
Galletas de Avena Islandesas
Ingredientes
- 130 grs. mantequilla salada
- 200 grs. de harina de trigo
- 35 grs. de copos de avena
- 10 grs. de coco rallado
- 60 grs. de almendra molida
- 100 grs. de azúcar moreno
- 2 claras de huevo
- ½ cucharadita de las de café de bicarbonato sódico
Elaboración
En un bol colocamos la harina de
trigo con el bicarbonato sódico, el coco rallado, la almendra molida y el
azúcar moreno, removemos. Tomamos la mitad de cantidad de los copos de avena y con el molinillo lo
trituramos, lo juntamos con el resto de la avena y lo añadimos a la mezcla
anterior.
Ya tenemos todos los ingredientes
secos juntos, ahora es el turno de incluir la mantequilla ya derretida, hay que
amasar la mezcla, todavía no será homogénea porque le faltan las claras de
huevos, estás deben estar muy bien batidas, no hace falta a punto de nieve pero
casi, yo lo hice con las varillas manuales hasta cansarme, se incluye al
resto y se amasa con las manos.
Cuando está la masa hecha y es
manejable, se deja unos 30 minutos en la nevera para que tome más cuerpo, es
importante que siempre esté fría para trabajarla, porque si no empieza como a
derretirse.
Pasado el tiempo establecido y
con la ayuda de un rodillo hacemos una plancha de máximo un centímetro de
grosor y con un corta pasta le damos la forma a las galletas, yo use la forma
más parecida que tenía en casa a la original. Vamos colocando las pastas en la
bandeja del horno con un papel vegetal y las introducimos al horno entre 20-25
minutos a 170ºC arriba y abajo, recordar que éste debe estar precalentado con
antelación.
Cuando salen del horno tienen ese
color dorado gracias al azúcar moreno y lo bueno es dejarlas sobre una rejilla
para que suelten el exceso de humedad.
Creo que aguantan muy bien
guardadas en una caja de metal, digo “creo” porque en casa volaron!!!
Web de la pastelería en Reykjavik:
http://www.bernhoftsbakari.is/Default.asp?Page=605
Q rica
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